LA DIOSA MADRE, VENUS Y LA ERMITA TEMPLARIA DE UCERO
© Xavier de la Huerga 2023
Entre los círculos inciáticos populares, la ermita de San Bartolomé de Ucero y la Virgen de la Salud en el Cañón del Río Lobos (Soria), es un hito y un referente; un lugar que conecta con lo numinoso1 a través de su historia, sus leyendas, simbología y elementos astrogeománticos. Superlativos entre estos son su enigmático emplazamiento geográfico y su alineación astronómica. Pero también hay una importante dimensión arcaica, muy anterior a su construcción en el siglo XIII, apuntando a un santuario precristiano dedicado a Venus con posibles raíces en un culto prehistórico a la Diosa Madre.
1 La experiencia de lo divino, lo sagrado, sobrenatural, mágico o misterioso.
El Sitio Perfecto, en el Momento Perfecto, con el Propósito Perfecto.
Este discreto templo en el Cañón del Río Lobos se asienta en un lugar muy especial. Ya en 1979 el sagaz historiador de la España esotérica, Juan Garcia Atienza, averiguó que la ermita está situada, con precisión extraordinaria, equidistante entre los puntos más al Este y al Oeste del Norte de la Península Ibérica.
Además de su exacto emplazamiento a escala planetaria, el entorno inmediato de la ermita es espectacularménte atmosférico y emotivo; un anfiteatro natural donde las bellas rocas kársticas parecen expresar un impulso para cruzar al plano de lo orgánico. La potente configuración del lugar incluye una gran cueva de contornos vaginales, a tan solo unos treinta metros al norte del abside de la ermita, en contrapunto con un enorme monolito natural de silueta itifálica a cien metros hacia el sur, mientras que el Río Lobos se curva en un cerrado meandro, exactamente frente a la entrada de la gruta-útero, añadiendo al conjunto la metáfora de las aguas amnióticas y del flujo menstrual.
Este cúmulo topográfico-simbólico nos habla de polaridades en equilibrio, de fertilidad, fecundación y gestación, del milagro de la vida y de la conjunción armoniosa de los opuestos; la verticalidad masculina del monolito apuntando al Cielo y la receptividad femenina de la cueva abriéndose en la Tierra. Estas asociaciones simbólicas y arquetípicas habrían sido imposibles de ignorar por una mente inmersa en el modo de percepción animista prevalente en la Edad de Bronce, a la cual pertenecen los grabados rupestres hallados en la cueva, así como el asentamiento que una vez dominó todo el conjunto desde lo alto de una de las paredes rocosas cercanas a la ermita. Podemos decir con certidumbre que los antiguos moradores del lugar, hace al menos 4.000 años, ya consideraron este espacio como lugar sagrado; así lo corrobora el registro arqueológico y el estudio de Blanca Samaniego sobre las actividades simbólicas y rituales que tuvieron lugar en este enclave.
La Losa de la Salud y el Pentagrama de la Luz
En el interior de la ermita, frente a la capilla de la Virgen de la Salud hay una losa tallada con una cruz paté. La tradición local recoge la costumbre de colocarse descalzo sobre esta, para recibir la influencia sanadora de la Virgen cuando la losa es iluminada por el sol. Lo cual ocurre durante el solsticio de invierno a través de otro elemento icónico de la ermita: un óculo entretejido con las elegantes formas de un pentagrama lobulado.
El pentagrama, o pentalfa, es una figura especial dentro del canon de la geometría sagrada, ya que todos sus ángulos y segmentos están proporcionados en base a la Sección Aurea. Es, de hecho, la expresión de Phi más completa que se puede encontrar en una forma poligonal regular. Es además un símbolo milenario del planeta Venus, junto con el octógono o la estrella de ocho puntas; ya que cinco ciclos sinódicos de Venus totalizan ocho años, tras los cuales el astro vuelve a su misma posición en la eclíptica. El ciclo quíntuple fue ya simbolizado por medio del pentagrama hace más de 5.000 años en la ciudad Sumeria de Uruk, sede del culto a la diosa Inanna (equivalente mesopotámico de Venus); también se encuentra en los petroglifos del Desierto del Negev datados en 3.500 años y en el calendario proto-Elamíta. Es uno de los ciclos astronómicos más conspicuos a simple vista y una vez establecida su observación regular, es obvio para el observador que el planeta traza una estrella de cinco puntas en sus movimientos sobre la banda zodiacal.
Las formas acorazonadas del pentagrama de Ucero podrían aludir veladamente a Venus, cuya mitología y la de su hijo Cupido incluye abundantes referencias al corazón como centro del plano emocional sobre el que Venus extiende su influencia. Pero también es posible que el diseño lobulado del pentagrama represente un motivo floral; la rosa y el mirto, ambas flores de cinco pétalos, son símbolos importantes en la iconografía de la diosa.
El Pentalfa de Hygeia
Para las escuelas pitagóricas, el pentagrama era un signo de reconocimiento entre sus miembros y lo llamaban Salud (Hygeia en griego, Salus en latín). Hygeia era, así mismo, el nombre de la diosa de la salud, protectora de la vida y dadora de longevidad. De su nombre deriva la palabra "higiene"; mientras que su origen etimológico se encuentra en el proto-indoeuropeo aiw-gwie-es, que denota fuerza vital, longevidad y vida eterna; aiw es también la raíz de ever (inglés: siempre), aion (griego: época, era, periodo de tiempo más largo que una vida humana) y aeviternus (latín: eterno, imperecedero). Esta etimología refuerza lo poco que se sabe de Hygeia y su carácter cuasichamánico, su relación con los cultos mistéricos de Orfeo y seguramente con la diosa de las serpientes minoica. El consorte de Hygeia (su equivalente masculino) es Esculapio, que acaba siendo aniquilado por Zeus con un rayo debido a su capacidad para hacer inmortales a los humanos.
Hygeia era, a pesar de su capacidad para extender la vida, una deidad menor, frecuentemente fusionándose con otras diosas y confiriéndoles su rol curativo. Así tenemos a Venus Hygiea en el panteón romano, Athena Hygeia en el griego o Isis Médica en el panteón egipcio.
El Ucero del Alba
En su excelente libro Guía Templaria de San Bartolo en Río Lobos, Angel Almazán nos desvela un descubrimiento fascinante; el origen del nombre de Ucero atestigua la presencia de un antiguo templo de Venus en la zona. Almazán cita lo escrito por fray Gregorio Argaiz en 1660:
“...Argaiz encontró en el Catálogo Antiguo de Obispos de Osma un topónimo de Ucero muy sorprendente al señalar que la Villa y Tierra de Ucero fue comprada por el obispo Juan de Ascarón: “Lucero lo llama el catálogo antiguo, y en latín Lucifer: Emit Luciferum cum terminis suis, et dotavit Ecclesiam...”*. Así lo testimonia en el folio 238 vuelta. Más adelante, en el folio 285, trata de explicar tan “pagano” topónimo en estos términos: “...Villa que sin duda fue muy antigua y que hubo algún muy serio fundamento al darle el nombre de Lucero, sino es que fuese por algún templo que tuviese la ciega gentilidad en esta tierra dedicado a la Diosa Venus...”
* "Compró Luciferum (Lucero) junto con sus lindes y lo donó a la Iglesia". (Traducción del latín: X. de la Huerga). Lucifer es el epíteto de Venus como lucero del alba.
Es posible que el templo mencionado por fray Gregorio Argaiz, hubiese estado dedicado a Venus Hygeia? Y que este estuviera ubicado en el mismo paraje donde hoy se encuentra la ermita de San Bartolomé? Si hubiera sido así, es posible que la consagración a la Virgen de la Salud sea un ejemplo más de los muchos en los que la Iglesia actuó con prudencia, tratando de minimizar la resistencia al cambio de religión y construyendo sus iglesias en los mismos lugares donde los templos paganos se encontraban, dedicándolos a Santos, Vírgenes o Cristos que personificaban características similares a las de los antiguos dioses locales.
Hay quien relaciona a San Bartolomé con la serpiente, por la analogía entre su espantoso martirio, desollado vivo, y la muda de piel que un ofidio cíclicamente experimenta. Podría ser San Bartolomé un caso de cristianización de Esculapio, consorte de Hygeia?
Continuidad y Pervivencia del Genius Loci (Espíritu del Lugar)
Se propone con este artículo esbozar sucintamente la hipótesis de una continuidad y supervivencia - culturalmente coloreada - de la esencia y carácter simbólico-espiritual que el entorno de la ermita de Ucero tuvo desde tiempos prehistóricos. La dimensión mitológica se habría originado hace miles de años a partir de la percepción animista del enclave por sus moradores prehistóricos con la consiguiente determinación de su carácter sagrado y resultante actividad ritual, que habría estado centrada alrededor del arquetipo dual Diosa Madre Tierra / Dios Padre Cielo. Su memoria posteriormente reaparecería en el periodo histórico bajo la forma de un culto a Venus Hygeia; para acabar en la veneración medieval a la Virgen de la Salud, resonando esta todavía con los ecos distantes del arquetipo primordial.
Este canecillo sobre la portada esconde en su diseño un pene y una vulva, lo cual podría ser interpretado como el producto de una creatividad jocosa y un tanto fuera de lugar. Por otro lado, su autor podría estar indicando la presencia y potencia de los símbolos del "hieros gamos" en el entorno; la unión sagrada del Cielo y la Tierra, expresada geológicamente a través del monolito y la cueva. (Imagen: Xavier de la Huerga)
Si a todo lo ya expuesto añadimos los rumores de que la talla original de la Virgen de la Salud pudo ser una virgen negra, y la leyenda del "Cristo Brujo" de Ucero, que aconsejó a los constructores poner los pentagramas en los óculos de la ermita para protegerla de un dragón (ese viejo símbolo de lo telúrico); tenemos un campo temático que proporciona claves de interpretación coherentes no solo con la posibilidad de una continuidad del impulso espiritual primigenio hasta la Edad Media; sino con que esta continuidad hubiese sucedido gracias a que los constructores de la ermita eran conscientes del linaje ancestral sagrado del lugar y de una Inteligencia de la Tierra, que afloraría allí de forma transcendental, haciendo del paraje un verdadero omphalos, o "centro del mundo".
En Viaje al Corazón de Venus (I) (II) (III) puedes encontrar una exposición más extensa sobre el arquetipo de Venus, sus símbolos y su astronomía, la historia de la demonización de Lucifer, el Pentagrama, la Sección Aurea, Hygeia y otros temas relevantes.
Referencias Bibliográficas
Blanca Samaniego Bordiu. Espacios Simbólicos en el Bronce Antiguo del Alto Duero. Revista Complutum. Vol. 10, 1999. Universidad Complutense.
Juan García Atienza. La Meta Secreta de los Templarios. Ediciones Martinez Roca, 1979.
Angel Almazán de Gracia. Guía Templaria de San Bartolo en Rio Lobos. Editorial Sotabur, 2011.
Hellen Benigni. The Emergence of the Godess: A Study of Venus in the Paleolithic and Neolithic Era, 2013.
Rafael Fuster Ruiz. La alineación del solsticio de invierno en la iglesia de San Bartolomé de Ucero, 2020.
The Orphic Hymns, 41-86. Translated by Thomas Taylor, 1792. (Trad. del inglés X. de la Huerga).
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